Zidane se movía con la prestancia de un torero. Con deslumbrante maestría y clase suprema, él orquestaba el juego con inspiración divina. Sus pases eran milimétricos, como pinceladas magistrales en un lienzo en https://roypzwn414631.blogaritma.com/36568766/revelaciones-sobre-el-cabezazo-de-zidane-a-materazzi